lunes, 16 de mayo de 2011

basilica de pilar


La historia de la Basílica concatedral de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza se remonta, según la tradición, a la venida de la Virgen María, quien, viviendo aún en Jerusalén, se habría aparecido en carne mortal al apóstol Santiago el día 2 de enero del año 40 y el templo surgiría como receptáculo cada vez de mayor amplitud para el objeto que allí venera la tradición cristiana, el pilar —en realidad una columna de jaspe—, que fue dejado por María a orillas del Ebro en dicha ciudad. Documentalmente no hay pruebas arqueológicas ni históricas que sustenten este relato, que aparece en 1297 en una bula del papa Bonifacio VIII y dos años más tarde en una declaración de los Jurados de Zaragoza, donde se habla por vez primera de la advocación de «Santa María del Pilar», tras emprender en 1293 el obispo Hugo de Mataplana una rehabilitación del edificio que amenazaba ruina, gracias a las donaciones propiciadas por la mencionada bula papal.[1]
La historia documentada del templo data del siglo IX, cuando según la Historia del traslado de San Vicente escrita por Aimoino, se atestigua la existencia de una iglesia mozárabe en Saraqusta dedicada a Santa María en el mismo lugar en el que actualmente se encuentra la basílica barroca. En torno a este templo se articulaba una de las comunidades de cristianos de la ciudad.[2] [3]
Tras la conquista de Zaragoza por el rey Alfonso I de Aragón en 1118, el templo se reedifica construyendo una iglesia románica cuyas obras no finalizaron hasta el siglo XIII, de cuyo aspecto da idea un tímpano que se conserva integrado en la fachada actual.
Sin embargo, aún no transcurrido un siglo desde la finalización de la obra románica, se decide en 1293 iniciar la construcción de un nuevo edificio, en estilo gótico-mudéjar, cuya conclusión se extendió hasta 1518. La colegiata mudéjar incluía un lujoso coro y el retablo del altar mayor, encargado a Damián Forment, que se conservan en la actual concatedral.
Retablo de la Asunción. Altar mayor de la Basílica del Pilar. Realizado por Damián Forment entre 1509 y 1518.
A finales del siglo XVII se plantea de nuevo la necesidad de erigir una nueva basílica de grandes proporciones de estilo barroco, que se convertiría en la segunda catedral de la ciudad, junto con La Seo. El proyecto, iniciado por José Felipe de Busiñac y Felipe Sánchez y revisado por Francisco de Herrera el Mozo, comenzaría a ejecutarse en 1681. Más adelante, en 1750, Ventura Rodríguez se encargaría de revisar el diseño completo e introducir cambios que lo acercarían al gusto neoclásico. Obra maestra de su labor fue la concepción de una nueva capilla para la Virgen, consistente en un templete de gran suntuosidad que integra caracteres barrocos, rococó y neoclásicos.
Finalmente, y a lo largo de los siglos XIX y XX, se erigieron las cúpulas y linternas faltantes y las altas torres de los ángulos que, en 1961, darían a la Basílica del Pilar el aspecto con el que hoy se conoce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario